Los primeros Microdrives salieron al mercado con chips EPROM con el objeto de que pudieran ser actualizados con nuevo código posteriormente. Y es que Sinclair quería rediseñar la placa de circuitos en algún momento, y la grabación de un chip ROM definitivo tendría lugar sólo cuando se hubieran dado por depurados algunos errores en el código vigente con el que en ese momento salió a la venta el dispositivo. Rápidamente se supo que había otros problemas añadidos también. La velocidad era la cuestión principal, y también el uso regular de las unidades que revelaría los puntos débiles del diseño.
Como todos los medios basados en una cinta magnética muy estrecha y delgada, los Microdrives acumulaban partículas del material de óxido magnético, un problema exacerbado por la necesidad de tirar de la cinta de 2 mm de ancho y la fricción adicional que ello inducía. La cinta se movía envuelta en una rueda de goma en el interior del pequeño cartucho, manteniéndola entre ella y una ruedita de plástico. Al encender la unidad, la velocidad de la cinta sobre la cabeza lectora pasaba de 0 a 750 mm por segundo, implicando un gran tirón que llevaba a un estiramiento de la cinta a punto que, comúnmente, se descentraba de su paso entre las ruedas del mecanismo. Versiones posteriores de la unidad incorporaron un condensador de 22µF para permitir al motor llegar a la velocidad de funcionamiento completo más paulatinamente y sin tantos problemas.
Incluso Sinclair, en el propio manual del dispositivo, tuvo que admitir que “los cartuchos de Microdrive no durarán para siempre y, con el tiempo, tendrán que ser reemplazados. El síntoma de envejecimiento de un cartucho es que el equipo invierte más tiempo y más tiempo para encontrar un archivo antes de cargarlo. Así que resultaba buena idea mantener copias de seguridad de los programas y archivos importantes en otro cartucho o en una cinta”.
Mientras que las unidades de Microdrive costaban 49,95 £, lo cual era considerado como muy barato, con los cartuchos de repuesto ocurría todo lo contrario, pues salían por 4,95 £ cada uno, y eso es alrededor de tres veces el precio de un disquete de 5,25 pulgadas del momento. Además, la capacidad de almacenamiento, que se dijo inicialmente que iba a ser de 100 KB, se había convertido durante la publicidad de lanzamiento en “no menos de 85 KB“, para permitir las pérdidas por pequeñas diferencias en la longitud de la cinta de diferentes cartuchos, por motores funcionando a velocidades ligeramente diferentes en diferentes unidades y, en menor medida, por los sectores defectuosos en la cinta.
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